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jueves, 13 de septiembre de 2012

¿Mujeres irresponsables?




elPeriódico publicó el domingo un artículo en el que el Inacif revela que el 25 por ciento de las mujeres violadas tenía alcohol en la sangre. ¿Y qué? ¿Es eso noticia? ¿La próxima nota será que tanto por ciento andaba en minifalda? ¿O que cometió la irresponsabilidad de ir sola por la noche, haciendo upas a Gobernación y al MP?

Noticias o reportes como estos abonan en el imaginario machista de que las mujeres tienen que aprender a comportarse para evitar que las violen. Como si fuera su culpa y no la culpa de las bestias misóginas que cosifican a las mujeres porque son unos enfermos que deberían pasar el resto de su vida tras las rejas y en rehabilitación. La misoginia es una enfermedad.

Los derechos más sagrados son a la vida y a la dignidad de los humanos. Y esto incluye el derecho a la dignidad de los cuerpos de cada uno y de cada una. La humanidad ha construido una sociedad que considera que los cuerpos de las mujeres son propiedad de los hombres. Propiedad en tiempos de guerras –que hacían las veces de botín de los soldados guatemaltecos, como los 1,500 casos ya documentadas y en tribunales– y propiedad en tiempos de paz –el MP recibió más de 4,350 denuncias de violaciones en lo que va del año, más que asesinatos y que muertes por hambre. Y son muertes en vida, pues les trastornan la vida a muchas niñas, adolescentes y mujeres, para siempre-.

Por eso es clave la reacción rápida del MP y la PNC en la captura de la banda de violadores de la Roosevelt y la decisión de la jueza de mantenerlos en prisión. Que quede en la impunidad es una segunda violación. Como la estupidez de responsabilizar a las mujeres de provocar las violaciones. Porque, oh noticia: las mujeres tienen todo el derecho de caminar por la calle, vestirse como quieran y divertirse como quieran. Y tenemos la harta obligación de enseñar a los niños y jóvenes a considerar a las mujeres como iguales. Y a las niñas y mujeres que son dueñas de sus cuerpos.

Por eso es tan importante el debate sobre el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, tanto si dicen que no quieren tener sexo como si interrumpen un embarazo, si abortan. Porque compartir la intimidad debe ser siempre una celebración soberana, como es traer a alguien a este mundo. Diputados y jueces bien podrían ayudarnos a legislar sobre el tema, para que los hombres dejemos de considerar los cuerpos de las mujeres como nuestra propiedad. Sus cuerpos son suyos, y proteger esa integridad y esa dignidad debe ser la tarea más cara de nuestra sociedad tan patriarcal, misógina y retrasada.

Por: Martín Rodríguez Pellecer

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