Foto: Juana Celestina Sotz Chex. Psicóloga de la Fiscalía de Sololá.
Entrevista | COISOLA
Mujer, kaqchikel, licenciada en psicología, especialista en género. Juana Celestina Sotz Chex es una de las pocas psicólogas indígenas de Guatemala, y la primera en atender a víctimas de violencia en la fiscalía del departamento de Sololá. En esta entrevista nos habla de su trabajo estratégico para que las denuncias de las mujeres violentadas lleguen a buen puerto, y de cómo el acontecer histórico y el racismo han marcado el bienestar psicológico de los pueblos indígenas en Guatemala. Aspectos que afectan a la forma de ser y sentirse de casi la mitad de la población, la más castigada durante el pasado conflicto interno del país, y que, todavía hoy, no reciben atención alguna por parte del Estado.
¿En qué consiste su trabajo en la fiscalía de Sololá?
Juana Celestina: Yo me encargo de dar el acompañamiento necesario a las víctimas de violencia en todas sus manifestaciones. Apoyo a todas las personas que llegan a la oficina, fortaleciéndolas para que sigan adelante con el proceso de denuncia. Esto es, sobre todo, muy importante para el caso de las mujeres y niñas indígenas víctimas de violencia física o sexual, los dos tipos de violencia más comunes que atiendo en la fiscalía.
Antes de su llegada a la fiscalía, ¿había algún otro psicólogo o psicóloga en Sololá que hablara el idioma indígena de la región?
No, yo he sido la primera y ha sido muy importante porque cuando las personas, sobre todo las mujeres, se asoman a la fiscalía y me ven con el traje se animan a pasar. Es conmigo con quien quieren hacer siempre el primer contacto, y cuando vuelven a sus comunidades lo cuentan, y animan a sus compañeras a que acudan. Yo he atendido casos que se habían quedado estancados porque no había en la fiscalía una persona que hablara el kaqchikel. Algunas víctimas me contaban que no se sentían cómodas con los traductores porque no tenían la seguridad de que se estaban traduciendo sus palabras tal y como ellas las sentían.
"La falta de autoestima se transmite a lo largo de las generaciones"
Usted es la primera psicóloga en la fiscalía, ¿cómo han acogido su función el resto de compañeros o compañeras?
Bueno, la verdad es que es un poco complicado. Los fiscales son bastante cuadrados, para ellos lo principal es la causa judicial, y cuando la víctima se echa para atrás se molestan mucho. Tienen una manera muy directa y fría de entrevistar a las personas: dígame a qué hora pasó, cómo, que es lo que recuerda etc., a veces son incluso agresivos y eso, sobre todo para el caso de la violencia contra las mujeres, es una forma de re victimizarlas. Está costando que sean sensibles a los altos niveles de estrés que sufren las mujeres y que cambien esa forma de actuar.
¿De dónde cree usted que parten los altos niveles de violencia que sufren las mujeres en Sololá?
Yo considero que el problema de la violencia contra las mujeres es el resultado de todos los problemas socioeconómicos que sufrimos, y de todo el acontecer histórico que hemos pasado, muy especialmente la colonización y el conflicto armado interno. Evidentemente, la violencia contra la mujer también es habitual en la cultura mestiza, pero yo podría decir que, entre los ladinos, se da una violencia de género más psicológica o patrimonial, mientras que entre la población indígena hay una violencia física terrible, hay mujeres fuertemente golpeadas todos los días. Esto es resultado de todo el contexto que vivimos, de 36 años de guerra donde los más afectados fueron los hombres y las mujeres indígenas, y donde el Estado jamás ha respondido a la situación emocional y psicológica de esos hombres y mujeres.
Muchas de las mujeres víctimas del conflicto armado interno con las que he trabajo relatan que se llevaron a sus hijos sanos a los cuarteles, y que se los regresaron enfermos de violencia, agresivos. Y lo peor es que ahora tienen esa conducta agresiva con sus hijos, y los chicos aprenden y normalizan esos patrones de conducta.
No muchas mujeres indígenas tiene la oportunidad de formarse, ¿qué fue lo que le motivó a estudiar psicología?
En mi lugar de origen, Comalapa, yo veía ciertas situaciones difíciles de comprender en cuanto al asunto de las relaciones interpersonales, y de la relación de la cultura indígena con la cultura mestiza. Observaba que esa interacción entre culturas se traducía, la mayor parte de las veces, en complejos de inferioridad y bajos niveles de autoestima por parte de las personas indígenas. Yo trabajaba en la coordinadora juvenil de Comalapa, y me daba cuenta de que mis compañeros y compañeras eran extremadamente tímidos. Eso me llevo a interrogarme acerca de la autoestima, a querer saber por qué los pueblos indígenas somos tan tímidos, y me acerque a la academia y a la psicología.
"La falta de autoestima se transmite a lo largo de las generaciones"
Juana Celestina Sotz Chex
¿Encontró allí la respuesta al porqué de la timidez de los pueblos indígenas?
Bueno, para responder a ello hay que regresar al contexto histórico y sobre todo a la discriminación y el racismo que imperan en Guatemala. Hay que tener en cuenta cómo fueron formados nuestros padres, ser conscientes de que les enseñaron a respetar a figuras históricas como Don Pedro de Alvarado y que, por el contrario, líderes propios como Tecún Umán eran relatados como personas necias que pensaban que hiriendo al caballo mataban al líder español que lo montaba.
No conocemos nuestra verdadera historia, no nos han enseñado a valorar la riqueza de nuestra cultura. Además sufrimos el conflicto armado, una represión especialmente violenta contra los indígenas. La falta de auto reconocimiento, de autoestima, asumida y transmitida, a lo largo de generaciones, se traduce en timidez, en personas reservadas o con dificultad para decir en voz alta lo que piensan. Esa es la forma de ser de los pueblos indígenas.
¿Existen estudios sobre como la discriminación y el racismo afectan al bienestar psicológico de las personas indígenas en la universidad?
No, la Academia en ese sentido no ha hecho nada. De hecho, cuando acabe mis estudios y comencé a trabajar con mujeres indígenas víctimas de violencia intrafamiliar, me di cuenta de que no tenía las herramientas adecuadas. Ellas me demandaron un proceso de trabajo a partir, lógicamente, de sus conocimientos y habilidades como pueblo maya, pero a mí no me habían enseñado nada de eso en la facultad.
La forma de expresar emociones y pensamiento es diferente en los pueblos indígenas. Un psicólogo occidental podría identificar algunas de las expresiones de las personas indígenas como delirios, puesto que muchas veces utilizamos para expresarnos elementos de la naturaleza o sensaciones con la misma. La idea del equilibrio, de restablecer el equilibrio perdido, es también muy importante, y no se puede atender bien, desde el punto de vista psicológico, a una persona indígena si esto no se tiene en cuenta. La formación de la Academia no es pertinente en este contexto.
¿Qué es lo que habría que hacer para revertir toda esta situación en cuanto al bienestar psicológico de las personas indígenas?
Lo primero es que la Academia incorpore una educación en psicología contextualizada. En Guatemala los pueblos indígenas constituyen la mitad de la población y, además, la mitad más castigada por los conflictos. Por lo menos se deberían estudiar unas claves mínimas que permitieran comprender y atender correctamente a las personas. Evidentemente, también deberían formarse más psicólogos y psicólogas indígenas, en mi curso solo éramos tres.
Lo segundo es la educación. La educación es fundamental. El Estado afirma que se imparte una educación pertinente culturalmente pero no es verdad, no es más que una traducción de los libros al idioma del lugar. Para que sea pertinente es necesario que hagamos una revisión del contenido histórico, y hablemos desde nosotros, desde nuestros pensamientos, desde nuestra visión y costumbres. Si nosotros conociéramos nuestra propia cultura podríamos empezar a hablar de respeto mutuo, de armonía, de consenso, de dialogo, pero ahora no hay dialogo, solo violencia. Creo que habría cambios muy importantes si regresamos y nos educáramos desde los pensamientos que nos son propios.
Fuente: Movimiento por la PAZ